viernes, 22 de abril de 2011

Por supuesto.

Por supuesto que puedes intentarlo, puedes tratar de gritar a cada una de las gotas de este aguacero, pero no te van a hacer caso alguno. El chaparrón caerá como a ella le cae el flequillo sobre la cara: inevitablemente. Puedes llorar y unirte con la lluvia de abril, por supuesto que puedes hacerlo. Pero también puedes elegir no salir de casa, desechar tus pensamientos inoportunamente negativos y aferrarte al teléfono. Puedes encariñarte con el pitido de la línea telefónica mientras esperas que su voz te envuelva cariñosamente. Puedes pedirle que venga a verte, invéntate un millón de enfermedades fantásticas que hagan que irremediablemente la veas esta misma noche. Esta noche lluviosa y fría, que humedece los huesos y empapa las mejillas de la gente que alza la vista desafiando al cielo.

No te permitas echar de menos su risa, y secuéstrala para siempre.
¿No ves que sus pupilas te lo están suplicando?

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